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martes, 10 de mayo de 2016

¡Política y misericordia!

Estamos en la recta final, el próximo domingo decidiremos quienes serán nuestros gobernantes. Pensando en ellos y reflexionando sobre el Mensaje del Papa Francisco para la 50 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que lleva como título; Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo; me cuestioné, si este binomio puede conjugarse; ¿Política y misericordia? ¿Tendrán alguna relación? El Papa Francisco dice: “Es deseable que también el lenguaje de la política y de la diplomacia se deje inspirar por la misericordia, que nunca da nada por perdido. Hago un llamado sobre todo a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar la opinión pública, a que estén siempre atentos al modo de expresarse, cuando se refieren a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores. Es fácil ceder a la tentación de aprovechar estas situaciones y alimentar de ese modo las llamas de la desconfianza, del miedo, del odio. Se necesita, sin embargo, valentía para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación. Y es precisamente esa audacia positiva y creativa la que ofrece verdaderas soluciones a antiguos conflictos así como la oportunidad de realizar una paz duradera. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. […] Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,7.9).” La respuesta es tan clara, que sobran los comentarios.
    
En otro párrafos del mismo documento, el Papa expresa: “Algunos piensan que una visión de la sociedad enraizada en la misericordia es injustificadamente idealista o excesivamente indulgente. Pero probemos a reflexionar sobre nuestras primeras experiencias de relación en el seno de la familia. Los padres nos han amado y apreciado más por lo que somos que por nuestras capacidades y nuestros éxitos. Los padres quieren naturalmente lo mejor para sus propios hijos, pero su amor nunca está condicionado por el alcance de los objetivos. La casa paterna es el lugar donde siempre eres acogido (cf. Lc 15,11-32). Quisiera alentar a todos a pensar en la sociedad humana, no como un espacio en el que los extraños compiten y buscan prevalecer, sino más bien como una casa o una familia, donde la puerta está siempre abierta y en la que sus miembros se acogen mutuamente. 
    
La comunicación, sus lugares y sus instrumentos han traído consigo un alargamiento de los horizontes para muchas personas. Esto es un don de Dios, y es también una gran responsabilidad. Me gusta definir este poder de la comunicación como «proximidad». El encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra.        

 En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad”. 
    
Después de esta lectura y reflexión podemos ir a votar, asumiendo con conciencia nuestras responsabilidades, nuestros valores humanos y cristianos; pensando en la comunidad y no solo como individuos, en el presente y en el futuro, en nuestra casa común, desde todos los aspectos y no solamente desde el estómago o el bolsillo. 
Hna. Alicia Galíndez

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