En la mañana del jueves 4 de agosto, antes de iniciarse una marcha estudiantil en Santiago de Chile, ocho sujetos atacaron con cócteles molotov la emblemática Iglesia de la Gratitud Nacional, que ya en junio de este año había sido profanada por una turba de encapuchados que entraron al templo, sacaron una imagen de Cristo crucificado y la destrozaron en plena vía pública.
(ACi Prensa) El fuego, producido por los artefactos lanzados a una de las puertas de este Monumento Nacional de Chile, fue controlado gracias a la rápida acción del portero y el sacristán del lugar, que usaron extintores para apagarlo.
Los sujetos que atacaron el emblemático templo aprovecharon la ausencia de vigilancia policial para atacar con el rostro encubierto y vestidos de escolares.
El P. Galvarino Jofré, director de la comunidad religiosa Salesianos Alameda que tiene a cargo esta parroquia, manifestó su «dolor e impotencia» por este nuevo ataque y afirmó que es «una cuestión lamentable pero habitual».
«Cuando se atenta contra una iglesia no se atenta solo contra una estructura fìsica. Se atenta contra la opción de personas concretas que tienen una visión trascendente y adhieren a la visión de la Iglesia cristiana Católica», dijo el sacerdote a ACI Prensa.
El presbítero recordó que «más del 70 % de la población en Chile dice ser cristiana», por lo que «a mi me parece que se atenta contra aquella libertad religiosa».
Calificó este ataque como «un despropósito» del que «nadie se hace responsable», además de destacar que al tratarse de un templo patrimonial, tiene una importancia «no solo para la Iglesia sino para la historia del país».
«Me llama justamente la atención… la vez anterior cuando vulneraron la puerta del lado sur y sacaron la imagen de Cristo, la policía llegó tarde. Hoy día sucedió algo más o menos similar. Llegó un gran número, pero posterior», agregó.
En ese sentido, debido a los constantes ataques contra la Iglesia de la Gratitud Nacional y tras el incidente que terminó con la imagen de Cristo destrozada, la congregación decidió blindar y cambiar las puertas del templo por unas hechas con láminas de acero.
Sin embargo, pese a este lamentable escenario el P. Galvarino afirmó que la parroquia «nunca ha dejado de estar activa», ya que «cuando hay este tipo de manifestaciones la gente que con regularidad asiste a la iglesia sabe que tiene que ingresar por las puertas del colegio y se ingresa por una puerta lateral.
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