En la mañana de este jueves 4 de agosto, antes de iniciarse una marcha estudiantil en Santiago de Chile, 8 sujetos atacaron con bombas molotov la emblemática Iglesia de la Gratitud Nacional, que ya en junio de este año había sido profanada por una turba de encapuchados que entraron al templo, sacaron una imagen de Cristo crucificado y la destrozaron en plena vía pública.
El fuego, producido por los artefactos lanzados a una de las puertas de este Monumento Nacional de Chile, fue controlado gracias a la rápida acción del portero y el sacristán del lugar, que usaron extintores para controlarlo.
Los sujetos que atacaron el emblemático templo aprovecharon la ausencia de vigilancia policial para atacar con el rostro encubierto y vestidos de escolares.
El P. Galvarino Jofré, director de la comunidad religiosa Salesianos Alameda que tiene a cargo esta parroquia, manifestó su “dolor e impotencia” por este nuevo ataque y afirmó que es “una cuestión lamentable pero habitual”.
“Cuando se atenta contra una iglesia no se atenta solo contra una estructura fìsica. Se atenta contra la opción de personas concretas que tienen una visión trascendente y adhieren a la visión de la Iglesia cristiana Católica”, dijo el sacerdote a ACI Prensa.
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