Social Icons

viernes, 1 de julio de 2016

Desencuentro irreversible

Valeria, es una joven estudiante, cristiana, y con temor de Dios. Creció en hogar de padres muy buenos, arrastró hasta el día de su matrimonio carencias humanas. Las trabajó psicológicamente durante sus años de adolescencia, incluso a nivel espiritual con el sacerdote de la parroquia, pero no las superó del todo. Mientras cursaba el bachillerato conoce al joven Ramiro, de escasa formación humana y académica, pero con gestos del típico machote dominicano, pudo conectar sentimentalmente, pues a Valeria le atraía ese tipo de hombre que se creen superhombres y resueltos.         

Durante el noviazgo, Valeria obvió la importancia de que su futura pareja tenga algunas cosas afines, como cursar una carrera profesional o técnica, el cultivo de una vida espiritual, y que el amor sin libertad,  es hostigamiento. 
    
El matrimonio eclesial, surgió después de una fuerte discusión con su madre. Ésta le reprochaba su testarudez, su poca cooperación en las tareas domésticas, su mal genio, que rayaba en el irrespeto a sus propios progenitores y a sus hermanos. Aquella escena desagradable no era la primera vez que pasaba, pero fue tan desafortunada e hiriente,  que desbordó el estado emocional de una y de otra. 
    
En esas circunstancias, Valeria le pide matrimonio por la iglesia  a su novio Ramiro, quien de inmediato le dijo que sí.  Estaba algo enamorada, pero su pareja representaba en ese momento un refugio y escape a sus propósitos. Su orgullo vano y su arrogancia,  le nubló el pensamiento e impidió sopesar y razonar.
    
En esa crisis afectiva con su madre que afectó  la convivencia con su  familia, Valeria se acerca a su mejor amiga, quien le aconseja que la decisión de casarse es precipitada, y que en tres años de noviazgo, nunca  le ha gustado el perfil psicológico de su novio, pues le parecía extremadamente celoso, posesivo, y de poca sustancia gris. No obstante Valeria continúa el proyecto de su boda, pues quiere salir de la casa paterna.
    
Manifiestan el consentimiento matrimonial  en el invierno del año de 2005.  Fue una boda sencilla, pues no había recursos económicos para gastos superfluos.             
Valeria no se notaba  feliz. Su amiga intentaba animarla y con chistes infructuosos sacarle alguna risita.  Ramiro disfrutó la recepción preparada por ambas familias. Los amigos de infancia les  felicitaron, y como siempre no faltaron obsequios y regalos. Esa noche nupcial,  el merengue y la bachata,  sonaron hasta altas horas de la madrugada. Los invitados gozaron y bailaron hasta más no poder.
    
Después de la recepción de la boda,  en la antesala de un hotel de la ciudad donde pasarían la noche, un fuerte malestar estomacal,  y un dolor de cabeza  llevó  a  Valeria al hospital.  Allí permaneció dos días interna. El doctor diagnosticó que la mezcla de alcohol provocó el evento,  pero que ya había rebasado la dolencia.
    
La luna de miel fue suspendida, y decidieron regresar a la casa matrimonial.  A los pocos días cada uno reinicia sus labores de trabajo. Él, chofer de una prestigiosa compañía de seguros de salud; ella, recepcionista, y continuó estudiando en la universidad.
    
La primera discusión fue cuando Valeria,  al salir del campus universitario, llega tarde a la casa. Las fuertes lluvias impidieron un mayor flujo de vehículos de concho. No se sintió comprendida por su esposo, y entendía que estaba desconfiando de ella. La segunda discusión, fue cuando estuvieron de compra en el supermercado. Un viejo amigo  saludó a Valeria con cierto afecto, a distancia  Ramiro  observa, intenta disimular sus celos.         

 retornar a la casa le pregunta quién era ese señor, Valeria le responde que era un amigo de los años de estudios de la escuela. Ramiro no le cree, y la insulta ofendiéndola, la empuja, e intenta pegarle pero no lo hace, y le prohíbe ése modo afectuoso de saludar a los hombres. En los meses subsiguientes,  los celos, la agresión, y desconfianzas aumentaron como una hemorragia indetenible. La convivencia conyugal se hizo insoportable. Su matrimonio se había convertido en un jardín seco.  No aguantó más, y al transcurrir   tres  años de casamiento, Valeria decide romper la relación matrimonial. Le deja una carta donde le dice que es irreversible reanudar lo que se acaba de romper. Que cada uno haga su vida como le parezca.
    
Valeria cae en la cuenta que fue un error la decisión de casarse con Ramiro. Se había equivocado, y que ciertamente su fallido matrimonio fue consecuencia de su desesperación e inmadurez. En la sociedad actual hay muchos hombres como Ramiro, que olvidaron aquel sabio principio: “Amor enjaulado, es amor estancado; amor sin libertad, es esclavitud; amor sin compromiso, es libertinaje”.
Felipe de Js. ColónFelipe de Js. Colón

No hay comentarios:

Publicar un comentario