La fe mueve montañas y nos sostiene en momentos difíciles, oscuros y violentos como los actuales, aunque… si repasamos la historia con sus procesos, me atrevería a decir que estos no son los peores momentos; ciertamente, hay dificultades raciales, discriminación, intolerancia, injusticias, confrontaciones violentas, egoísmos, individualismos, y poca conciencia del prójimo, corrupción e inmoralidades, además, del desprecio por la vida desde su concepción y hasta el último instante de ella, aprobando leyes para el aborto y la eutanasia y quien sabe que otras cosas vendrán por el camino… llevándonos a la autodestrucción.
Vivimos un entorno convulsionado, parece que luego de la segunda guerra mundial (1939-1945) con la reorganización de las naciones, los pactos sociales, el surgimiento de organismos internacionales como la ONU, Derechos Humanos, Amnistía Internacional y tantas otras instituciones que defienden los derechos, están resurgiendo los mismos conflictos que creíamos superados. Se está perdiendo la credibilidad en asambleas, cumbres, documentos y firmas, porque no se ven resultados concretos.
Las conquistas obtenidas en estos años, han sido con sacrificio e incluso con la vida, comenzando por Jesús de Nazaret, quien pasó por el mundo haciendo el bien, y lo asesinaron en una cruz, su sacrificio nos ha dado la resurrección y la vida eterna para los que tenemos fe y nos mantenemos fieles a él, pero podemos recordar a Gandhi, Luther King, Mandela… por mencionar lideres recientes, y no sólo ellos, son tantas las personas que se han jugado la vida y la han perdido defendiendo los derechos de sus semejantes,
Hoy todos hablamos de derechos, hasta los niños se defienden y gritan, muchas instituciones defienden el medio ambiente, los animales, y pare de contar, y me pregunto ¿será que hay un equilibrio entre los derechos y los deberes?, porque todos defendemos y reclamamos nuestros derechos, pero a la hora de cumplir los deberes, la brecha es grande, nos falta compromiso, queremos recibir pero no queremos dar, que nos defiendan pero no defender. Quizás sea el momento para tomar conciencia sobre la importancia de asumir nuestros deberes como constructores de esta sociedad, educadores, políticos, religiosos, científicos, economistas… y asumir con responsabilidad las tareas que nos han encomendado, incluida la de ser padres y madres de nuestros hijos.
Hoy parece que todo es posible a través de la tecnología, pero mientras más progresos tecnológicos hay, no somos más felices, ni mejores. Nos estamos acostumbrando a los asesinatos, a los robos, a la pobreza, al desempleo, a la corrupción, a la mentira, al engaño y no sabemos diferenciar entre la realidad y la ficción.
Es hora de despertar de este sueño que puede ser letal. Si dejamos que nos lleve la corriente, posiblemente no haya retorno. Es importante que hagamos algo, desde el hogar, dedicando tiempo a los niños, a los adolescente y a los jóvenes; escucharlos, orientarlos, responderles sus preguntas, de igual manera no descuidemos la familia.
Ahora es el momento de humanizarnos, de volvernos verdaderamente humanos y de valorar al otro, al semejante; sin importar su color, su raza, su condición social o religión.
No basta la tolerancia, aunque es el punto de partida, tenemos que llegar a más, a aceptarnos como hermanos, como verdaderos hijos de Dios.
Hna. Alicia Galíndez
No hay comentarios:
Publicar un comentario