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miércoles, 18 de mayo de 2016

Todos nosotros tenemos en el corazón este mandamiento: Haz el bien y no hagas el mal

Evangelio según San Marcos 9,38-40

Quien no está contra nosotros, está con nosotros: En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”.Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

El pasaje del Evangelio de Marcos (9,38-40) proclamado durante la misa hace referencia a la queja de los discípulos por una persona que hacía el bien pero no era del grupo. «Jesús les corrige: No se lo impidan, déjen que haga el bien. Los discípulos sin pensar, querían cerrarse entorno a una idea: sólo nosotros podemos hacer el bien, porque nosotros poseemos la verdad. Y todos aquellos que no tienen la verdad no pueden hacer el bien
Se trata, sin embargo, de una actitud equivocada. Y Jesús le corrige. A este punto es lícito «que nos preguntemos: ¿quién puede hacer el bien y por qué? ¿Qué significa este “no se lo impidan” de Jesús? ¿Qué hay detrás de esto?». En este caso los discípulos eran un poco intolerantes, pero Jesús amplía el horizonte y podemos pensar que dice: Si este puede hacer el bien, todos pueden hacer el bien. Incluso aquellos que no son de los nuestros.

Un mandato que todos llevamos dentro

Pero, ¿cuál es la raíz de esta posibilidad que pertenece a todos los hombres? Pienso que sea precisamente la creación. El Señor nos creó a su imagen, y si Él hace el bien, todos nosotros tenemos en el corazón este mandamiento: Haz el bien y no hagas el mal. Todos. Y ante quien dice: Pero padre, este no es católico, no puede hacer el bien, respondamos: Sí puede hacerlo, debe hacerlo; no puede sino que debe, porque lleva este mandato dentro, en su corazón.
Pensar que no todos pueden hacer el bien es una cerrazón, un muro que nos conduce a la guerra y«a lo que algunos pensaron en la historia: matar en nombre de Dios. Nosotros podemos matar en nombre de Dios. En efecto, decir que se puede matar en nombre de Dios es una blasfemia. El Señor redimió a todos con la sangre de Cristo, todos, no sólo a los católicos. Todos. ¿Y los ateos? También ellos, todos. Es esta sangre que nos hace hijos de Dios. He aquí por qué todos nosotros tenemos el deber de hacer el bien.

Haciendo el bien nos encontramos

Este es también un hermoso camino hacia la paz. Si cada uno hace su parte de bien, y lo hace hacia los demás, nos encontramos haciendo el bien. Y así, construimos la cultura del encuentro; tenemos gran necesidad de ello.
Ningún obstáculo, por lo tanto, respecto a los ateos o de quien piensa de otra manera. Haz el bien, nos encontramos allí porque por este camino de vida el Señor hablará a cada uno al corazón. Hacer el bien es un deber, es un carnet de identidad que nuestro Padre dio a todos, porque nos hizo a su imagen y semejanza. Y Él hace el bien siempre.
Hoy quisiera pedir al Señor esta gracia para todos: Descubrir el mandamiento que todos nosotros tenemos: haz el bien, no hacer el mal, y trabajar sobre este encontrarnos haciendo el bien. (Reflexión antes del rezo del ángelus, 22 de mayo de 2013)

Diálogo con Jesús

Señor, que bueno es sentir tu compañía y tu amor cada día. Quiero aprender a amarte con humildad y servidumbre, convencido de que sólo hago lo que tengo que hacer. Ayúdame a hacer el bien y a buscar siempre ser el último, a ser sólo aquel que sirve, acompaña y consuela. No hay más camino para ser grande, para ser primero, sino el de seguir tu estilo: saber vivir en el servicio alegre hacia los demás. Es por ello que también debo alegrarme cuando otros hagan el bien, aunque no sean de los nuestros, porque ese mandato Tú lo imprimes en el corazón de cada creatura. De nada sirve que yo haga el bien, si me molesto con mis semejantes de que también lo intenten. Me enseñas que es servir amando y amar sirviendo como puedo llegar a Ti. Señor, cuánto tenemos que agradecerte. Cúbreme con tu poderoso manto de todo mal y protégeme de esa inclinación a la vanidad, de ese deseo de sobresalir y no darles oportunidad a mis hermanos para que expresen su bondad. Ayúdame a vivir el amor y tu compasión y ser restaurado por Tu fuerza espiritual. Hoy, reafirmo mi deseo de servirte. Quiero hacer de mi vida la mejor oportunidad para adorarte y amarte. Amén

Propósito para hoy:

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