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martes, 19 de julio de 2016

Nuestra bandera ¡La Esperanza!

A veces la realidad nos aturde y supera nuestras fuerzas emocionales; es inevitable ponerse triste frente al dolor humano, al terrorismo y a las muertes de tantas personas; solo porque a unos extremistas que no tienen respeto por la vida del prójimo se les ocurre matarlos. No hay derecho a que unos pocos obliguen a la mayoría a vivir sometidos y con miedo, y que esos pocos asesinen cada vez que se les ocurre. 
    
Estos acontecimientos nos duelen y es normal, porque si no fuera así, seriamos insensibles e indiferentes  y eso es muy peligroso para la comunidad y para la familia. Es terrible cuando no, nos duele lo que le pasa al otro y no somos solidarios con el que sufre y está a nuestro lado. 
    
Frente a los últimos acontecimientos mundiales nos sentimos impotentes; parece una lucha entre David contra Goliat, pero, precisamente mirando ese ejemplo bíblico hemos de afianzarnos en la esperanza  y  bajo ninguna circunstancia perderla. El amor es más fuerte que el odio, y la vida más fuerte que la muerte, por eso levantemos la bandera de la esperanza y no la perdamos de vista, para que nuestro entorno sea mejor, y también para que nuestras suplicas se eleven al creador en una oración por la paz, para el mundo entero. 
    
Hoy más que nunca debemos orar por la paz, trabajar y educar para una cultura de la paz, desde las edades más tiernas hasta los adultos. Educar con gestos, palabras y sobre todo con el testimonio. Podemos hacer un trabajo conjunto, en las familias, en las escuelas, a través de los medios de comunicación, en las instituciones, a nivel personal usted y yo, porque ha llegado la hora de preservar los valores más preciados y el más grande de todos, es la vida.
    
Estas realidades mundiales y también locales, porque nosotros estamos viviendo el terrorismo de la inseguridad, de los atracos, de la violencia intrafamiliar, de los feminicidios… y tenemos que tomar medidas, no podemos esperar a que otros hagan algo, hay que dar el ejemplo, empezar por mí y cooperar; unir fuerzas para que otros se sumen, y cuando las fuerzas nos fallen y bajemos la guardia, acudir a Dios, porque Él nunca falla. 
    
Aprovechemos estos días en los cuales estamos realizando dos novenas importantes en el marco de las fiestas patronales, por una parte al Divino Niño, cuya fiesta celebraremos este 20 de julio, y por la otra a Santiago Apóstol, patrón de la ciudad de Santiago, cuya fiesta celebraremos el 25 de julio. A ellos nos encomendamos para pedirles intercesión en estos momentos difíciles, pero, como dije en el artículo sobre “derechos y deberes”, estos no son los peores momentos de la historia, todavía podemos evitar más conflictos e incluso guerras, si hoy nos comprometemos y nos llenamos de coraje y de esperanza para seguir adelante con el proyecto “ni una vida más”, cuidar y proteger la vida de nuestros seres queridos, y de nuestra comunidad, desde la concepción -no al aborto- y hasta el último instante, -no a la eutanasia-.         Siendo solidarios con los más necesitados y respetando a nuestros semejantes y sobre todo, viviendo y comunicando  esperanza, porque “la esperanza no defrauda”.

Hna. Alicia GalíndezHna. Alicia Galíndez

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