“¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal?” fue una de las varias acuciantes preguntas a las que el Papa Francisco respondió esta tarde en el Vía Crucis que presidió esta tarde ante cientos de miles de jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Cracovia 2016.
Luego del Vía Crucis durante el cual diversos grupos prepararon presentaciones alusivas en cada una de las 14 estaciones y se mostró una serie de proyectos de iniciativas de la Iglesia en todo el mundo donde se concretizan las obras de misericordia, el Papa pronunció un profundo discurso que concluyó con un reto.
En el Parque Jordan de la localidad de Blonia, el Papa Francisco interrogó: “¿Dónde está Dios? ¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal, si hay gente que pasa hambre o sed, que no tienen hogar, que huyen, que buscan refugio? ¿Dónde está Dios cuando las personas inocentes mueren a causa de la violencia, el terrorismo, las guerras? ¿Dónde está Dios, cuando enfermedades terribles rompen los lazos de la vida y el afecto? ¿O cuando los niños son explotados, humillados, y también sufren graves patologías?”
“¿Dónde está Dios, ante la inquietud de los que dudan y de los que tienen el alma afligida? Hay preguntas para las cuales no hay respuestas humanas. Sólo podemos mirar a Jesús, y preguntarle a Él”.El Papa explicó que la respuesta del Señor “es esta: ‘Dios está en ellos’, Jesús está en ellos, sufre en ellos, profundamente identificado con cada uno. Él está tan unido a ellos, que forma casi como ‘un solo cuerpo’”.
Francisco dijo luego que en elVia Crucis se redescubre la importancia de configurarse con Cristo mediante las 14 obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales.
Ante tantos hermanos a quienes urge la solidaridad, la acogida y el amor de los cristianos, el Pontífice resaltó que “la humanidad necesita hombres y mujeres, y en especial jóvenes como vosotros, que no quieran vivir sus vidas ‘a medias’, jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente” como Cristo.
“Queridos jóvenes –continuó– el Señor los invita de nuevo a que sean protagonistas (…) quiere que sean un signo de su amor misericordioso para nuestra época”.
“La vía de la cruz no es un hábito sadomasoquista, la vía de la cruz es la única que vence el pecado, el mal y la muerte (…) Es la vía de la esperanza y del futuro. Quien la recorre con generosidad y fe, siembra esperanza y yo quisiera que ustedes sean sembradores de esperanza”.
El Papa lanzó luego un desafío a los peregrinos: “queridos jóvenes, en aquel Viernes Santo muchos discípulos regresaron a sus casas tristes, otros prefirieron ir al campo para olvidar la cruz. Me pregunto y respondan cada uno de ustedes en el propio corazón: ¿Cómo desean regresar esta noche a vuestras casas, a vuestros alojamientos, a sus carpas? ¿Cómo desean volver esta noche a encontraros con vosotros mismos?”
El mundo, concluyó, “nos mira, a cada uno de vosotros corresponde responder al desafío de esta pregunta”.
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