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jueves, 7 de julio de 2016

Arzobispo electo de la Arquidiócesis de Santo Domingo

Felipe de Js. Colón
El papa Francisco ha nombrado, el pasado lunes 4 de julio del mes en curso,  a Monseñor Francisco Ozoria Acosta, como nuevo arzobispo de la Arquidiócesis de Santo Domingo. Es una alegre noticia que esperaba esa iglesia local metropolitana y el país, pues el arzobispo saliente, el cardenal López, no contaba con las fuerzas físicas para continuar frente al gobierno de esa compleja iglesia capitalina. 
    
La vida humana es cíclica, y por lo tanto, los que están prestando un servicio como obispos al cumplir la edad canónica, 75 años, según el canon 401, se le ruega que presente su renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias. 
    
Monseñor Ozoria, oriundo de Nagua, nace el 10 de octubre de 1951. Ordenado sacerdote el 2 de septiembre de 1978, y consagrado obispo el 15 de marzo de 1997, en San Pedro de Macorís. Ambas ordenaciones conferidas por Monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez. 
    
El obispo, en latín se traduce, como episcopus, significa, un celador, posee la plenitud del sacerdocio, por voluntad de Cristo, pasando por el discernimiento de los consultados, visto y examinado por la Congregación para los Obispos, y luego presentado al Romano Pontífice, a quien corresponde el juicio definitivo sobre la idoneidad del candidato, quien antes de firmar el nombramiento, pide luz al Señor, para que cuando estampe su firma, con su puño y  letra, sea realmente la voluntad de Dios, y nunca se imponga el capricho humano (cf. canon 377).
    
Monseñor Ozoria, tiene diecinueve (19) años de obispo, y su riquísima experiencia sacerdotal y pastoral, le ayudará a pastorear, según el corazón de Cristo, esa pequeña porción del pueblo de Dios. 

De mi antiguo profesor de la asignatura de Teología Pastoral, puede decir de él, que es un hombre sencillo, sensible a las necesidades de la gente, que vive la pobreza evangélica, tiene rectitud en su obrar, de hablar pausado, y en sus homilías llega al corazón de la persona.
   
 Algunos han dicho que su elección como arzobispo metropolitano, obedece al perfil de obispo que desea el papa Francisco, es decir, que sean obispos kerigmáticos, esto  implica, ser hombres custodios de la doctrina; orantes, lo mismo que decir, hombre de oración, hombre de vestidos de parresía, o sea, obispo que habla con valentía, sin miedos, con libertad y sin ambigüedades; y pastores, es decir, pastores con olor a oveja, cercano, y no distante de la gente. 

Tendrá que afrontar el arzobispo electo, Monseñor Ozoria, los desafíos pastorales que el mismo ha planteado, el mismo día del anuncio, en la sede de la Conferencia Del Episcopado Dominicano, frente a algunos periodistas, obispos e invitados especiales, expresó que el gran desafío es, dar continuidad a la misión de la iglesia, se identifica con la doctrina del Concilio Vaticano II, en lo que toca a la “Eclesiología de Comunión”,  y que el III Plan de Pastoral, es una herramienta que le facilita la integración a la Arquidiócesis y la continuidad de la misión. Dice además que tiene el propósito de conocer la arquidiócesis, o sea, su realidad y sus agentes de pastoral. Y entiende el que suscribe que debe analizar a fondo el crecimiento de otras denominaciones religiosas, que ya constituyen una fuerza significativa en ese territorio, facilitar la creación de al menos, dos diócesis, pues actualmente, la población alcanza la suma de 3.8 millones de habitantes (El Distrito Nacional, El Gran Santo Domingo, y Monte Plata) y “quien mucho abraca, poco aprieta”.
    
Me uno al gozo,  y a la oración de los hermanos de la capital. Que el Apóstol San Pedro, interceda al Señor, y le conceda, al muy querido Monseñor Ozoria, un corazón valiente y decidido, y que la virgen de la Encarnación, madre de Jesús, le provea, como él mismo ha pedido, “la fecundidad apostólica”.
Felipe de Js. Colón

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