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martes, 28 de junio de 2016

Palabras a Monseñor José Dolores Grullón Estrella por sus veinticinco años de servicio pastoral

Monseñor José Dolores Grullón: nació 15 de enero de 1942. Fue ordenado sacerdote, el 13 de diciembre del 1970, por imposición de manos de Mons. Roque Adames, Obispo de la Diócesis de Santiago, y consagrado obispo el 22 de junio del 1991, en San Juan de la Maguana. 

Con cuatro palabras fundamentales podemos sintetizar la misión pastoral de Monseñor Grullón: pastor, promotor social, y evangelizador.  Cuando él asumió esta responsabilidad, lo hizo con la convicción de que su investidura, más que un cargo jerárquico, suponía una entrega completa y generosa en el servicio desinteresado, especialmente a los más pobres y afligidos que acompañan a Jesucristo con el sufrimiento. Su apostolado ha sido notablemente fructífero porque lo ha ejercido desde las palabras del Evangelio: Den gratis lo que gratis han recibido (Mt 10, 8). 
    
Con su testimonio de vida nos brinda una gran lección: a la humanidad sufriente se le respeta, y en honor a ella han de disponerse todos los medios y las fuerzas para el desarrollo de su educación y dignidad. Estos principios fundamentan su opción por los más pobres, mediante los más finos valores humanos permeados por la delicadeza, la corrección y la justicia. 
    
Sus acciones muestran que servir al otro es humanizar, así como sensibilizar las contrariedades y los contratiempos de todos los que participan y contribuyen, de algún modo, poco o mucho, en posibilitar la acción humana a favor de las grandes y pequeñas comunidades. 
    
Prestar atención a las situaciones de desánimo y postración que contrarían la existencia misma de los sectores más depauperados ha sido parte de su misión, porque, él, Monseñor Grullón Estrella, sabe que consejos oportunos y palabras de 
aliento son remedios eficaces para levantar espíritus abatidos, renovar fuerza y despertar esperanza. 
    
Bajo sus criterios, servir es ejemplarizar, dar muestras de honradez pastoral y transmitir, mediante sus actos, valores que tiendan a mejorar la calidad de vida de todos los que están en el radio de acción, de su labor humanitaria, pastoral, social, cultural, donándose sin reservas hasta quedar con manos vacías, sin esperar nada a cambio. Así se cierne y ciñe esta labor apostólica, que hoy celebra sus bodas de Plata con el entusiasmo del primer día, y el “susto” de la primera vez. 
    
Con su labor, Monseñor Grullón Estrella nos hace comprender que con el amor al servicio se crean sólidas resistencias humanas, pues desde esta óptica se “brinda”, no solo por los éxitos, sino hasta por los mismos miedos que acompañan la travesía. 
   
 Entre su testimonio también se destaca la humildad, la comprensión, la paciencia, la solidaridad, elementos que llegan a nosotros como suave y aromático aceite, que lubrica la vida haciendo empatía con el ecosistema sureño, donde dedica los mejores años de su ministerio. 
   
 No puedo dejar de lado una virtud que le adorna desde su nacimiento, como diría su padre Mon Grullón, “servir es crecer”; y para tal fin es necesaria la dedicación sin desmayo, en todos los sentidos posibles, tanto en el terreno social como espiritual, con el fin de cumplir la labor cristiana, y desde la esencia de esa opción de vida, fomentar el compromiso por el bien común con seriedad, eficiencia, seguridad, equilibrio y alegría, como a él le gustan las cosas. 
    
Nos ha enseñando que dedicarse a una labor de responsabilidad social y espiritual, con perfil pastoral es “crear”. Con sus acciones nos invita a encender la llama de la curiosidad por los servicios primarios, a mantener viva la acción iluminadora de la presencia de Jesús. De ese modo, Monseñor Grullón Estrella nos ampara con su iluminación penetrante, producto de su entrega, sencilla y persistente, tesoros de las verdades ocultas que vienen de las personas de entrega generosa. 

Monseñor, en su caminar pastoral: respetando, humanizando, ejemplarizando, amando, creciendo y creando alternativas de soluciones a problemas sociales, nos hace hoy ser dignos seguidores de su ejemplo, de su entrega sin límites, producto de su investidura sacerdotal, que lo hace humilde servidor ante la presencia del Altísimo. Él armoniza con sus actos los principios católicos cristiano, siendo un valioso hijo de Dios, glorificando su Santo Nombre e intercediendo por nuestras súplicas.
    
¡Enhorabuena, Monseñor Grullón! En su praxis quedan los cimientos que direccionan nuestro trabajo pastoral y social. 

¡FELICIDADES! 

Rvdo. P. Pbro.Jesús Castro Marte 

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