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martes, 21 de junio de 2016

¡Demos gracias a Dios!

Hna. Alicia Galíndez
Toda ocasión es adecuada para agradecer a Dios nuestro padre misericordioso por tantas bendiciones que nos regala todos los días de la vida, y no sólo a nivel personal sino también comunitario. Necesitamos abrir los ojos y los sentidos para ver las grandezas y las maravillas que Dios realiza en la comunidad, en la Iglesia, en la sociedad  y en nuestras vidas, ¡y abrirlos bien!... porque ya lo dijo “el principito” lo esencial es invisible a los ojos.
    
Tomando distancia y luego de transcurridos 365 días, podemos cosechar los frutos de las actividades que las Hijas de San Pablo-Paulinas hemos realizado para festejar este primer centenario, al que Dios nos ha concedido llegar. Actividades apostólicas que van desde exposiciones bíblicas, misiones, conciertos, conferencias, seminarios, congresos, programas de radio y televisión, publicaciones, el foro de los gentiles, semanas de la comunicación, festivales, peregrinaciones, y tantas cosas más… desde nuestras realidades pequeñas o grandes, de acuerdo a las posibilidades que hemos encontrado en las 50 naciones donde estamos presente.
    
No alcanzan las palabras para agradecer en primer lugar a Dios y a nuestra madre la Iglesia, a las comunidades que nos brindan su apoyo y acogida, y en fin a tantos amigos, amigas que nos visitan en nuestras librerías o que nos conocen a través de las redes sociales, de los cursos bíblicos, encuentros, retiros, etc. Gracias Señor por todos ellos y bendícelos. 
    
Evaluar el recorrido de estos cien años de presencia de una congregación que tiene como carisma “Vivir y comunicar la Palabra de Dios con los medios y lenguajes de la comunicación social, no es sencillo, porque no se tienen estadísticas precisas, muchas veces se hace el bien desde el anonimato.
    
Además celebrar cien años es fijarse metas y proyectarse hacia el futuro, renovando la fidelidad creativa al Señor, que nos ha llamado y que nos envía a seguir transformando el mundo, como mujeres consagradas y enviadas, misioneras al estilo de San Pablo, apóstol y misionero.
    
Es importante volver a las fuentes, tomar de nuestras raíces, de los fundadores: el Beato Santiago Alberione y la Venerable Sor Tecla Merlo, quienes recibieron el carisma del Espíritu Santo y supieron vivirlo y transmitirlo  a miles de paulinas en el mundo.
    
Esa herencia que hemos recibido de los fundadores y de las primeras misioneras,  y que hoy sentimos la responsabilidad de comunicarlo a las nuevas generaciones, porque definitivamente no, nos pertenece, ya que los carismas en la iglesia son para el servicio de la comunidad.

“Olvidando lo que dejamos atrás nos lanzamos hacia adelante, con los ojos fijos en la meta”, la Cristificacion, que nos lleve a decir como Pablo: “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi”, Gal 2, 20
    
Los desafíos hoy para nuestra misión son muchos, porque la sociedad se resiste a vivir los verdaderos valores humanos y cristianos, y se dispersa siguiendo corrientes que incluso van contra la naturaleza humana. Caminan hacia su propia destrucción, asesinando con el aborto a los seres más inocentes del planeta, e incluso atentan contra nuestra casa común. Hoy más que nunca debemos llenarnos de valor y coraje para en comunión con nuestra Iglesia, reorientar a las personas hacia el camino de la salvación y luchar por la justicia, la solidaridad y la construcción de un mundo mejor para todos, sin exclusiones.


Hna. Alicia Galíndez

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