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sábado, 14 de mayo de 2016

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido a cada uno de ustedes

Evangelio según San Juan 15,9-17

Soy Yo quien los ha elegido a ustedes: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena. Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. De modo que el Padre les conceda cuando le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros.”Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco:

[…] Jesús nos muestra el camino para seguirlo, el camino del amor. Su mandamiento no es un simple precepto, que permanece siempre como algo abstracto o exterior a la vida. El mandamiento de Cristo es nuevo, porque Él, en primer lugar, lo ha realizado, le ha dado carne, y así la ley del amor es escrita una vez para siempre en el corazón del hombre (Cfr. Jer 31,33). ¿Y cómo está escrita? Está escrita con el fuego del Espíritu Santo. Y con este mismo Espíritu, que Jesús nos da, ¡podemos caminar también nosotros por este camino!
Jesús nos ha mostrado que el amor de Dios se realiza en el amor al prójimo. Ambos van juntos. Las páginas del Evangelio están llenas de este amor: adultos y niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores han tenido acogida en el corazón de Cristo.
Por tanto, esta Palabra del Señor nos llama a amarnos unos a otros, incluso si no siempre nos entendemos, no siempre vamos de acuerdo… pero es precisamente allí donde se ve el amor cristiano. Un amor que también se manifiesta si existen diferencias de opinión o de carácter, ¡pero el amor es más grande que estas diferencias! Éste es el amor que nos ha enseñado Jesús. Es un amor nuevo porque ha sido renovado por Jesús y por su Espíritu. Es un amor redimido, liberado del egoísmo. Un amor que da la alegría a nuestro corazón, como dice el mismo Jesús: “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (v.11).
Es precisamente el amor de Cristo, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, el que realiza cada día prodigios en la Iglesia y en el mundo. Son tantos pequeños y grandes gestos que obedecen al mandamiento del Señor: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Cfr. Jn 15,12).
Gestos pequeños, de todos los días, gestos de cercanía a un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y con dificultades, sin casa, sin trabajo, inmigrada, refugiada… Gracias a la fuerza de esta Palabra de Cristo, cada uno de nosotros puede estar cerca del hermano y de la hermana que encuentra. Gestos de cercanía, de proximidad. En estos gestos se manifiesta el amor que Cristo nos ha enseñado.
Que en esto nos ayude nuestra Madre Santísima, para que en la vida cotidiana de cada uno de nosotros el amor de Dios y el amor del próximo estén siempre unidos. (Reflexión antes del rezo del Ángelus, 10 de mayo de 2015)

Diálogo con Jesús

Amado Señor, te doy gracias por permanecer a mi lado y hacerme sentir lo mucho que valgo para Ti y el Padre. Lléname cada día con tu gracia para tener los ojos abiertos y no tropezar ante cualquier adversidad de la vida. Tú me insistes en todo momento que la amistad que tienes para mí es eterna si vivo fiel a tus mandamientos de amor. Tú te alegras cuando cuidamos, respetamos, queremos y brindamos momentos felices a los demás. Te manifiestas en esos pequeños gestos y te haces uno conmigo. Tu vida la viviste para dar Gloria al Padre en todo momento y sé que eso también quieres de mí. Confío en tu misericordia y en que haces descansar el Espíritu Santo en mi corazón en los momentos que más lo necesito. Llena mis días de tu presencia como ese amigo fiel que no falla. Te suplico que tomes mi corazón entre tus manos y le hagas sentir la paz y la permanencia de tu amor. Todo te lo entrego, todo es tuyo. Te amo y confío en tu eterno amor. Amén

Propósito para hoy:

Hoy haré un balance de mis actividades diarias para analizar cómo las tengo organizadas y ver si puedo dedicar más tiempo para participar en la evangelización

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