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viernes, 4 de marzo de 2016

No se puede amar a Dios sin amar al prójimo

Ama a tu prójimo como a ti mismo: “En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús respondió: “El primero es: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón, cuando dices que el Señor es uno único y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.” Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.”Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco:
El Evangelio nos recuerda que toda la Ley divina se resume en el amor a Dios y al prójimo […] Algunos fariseos se pusieron de acuerdo para poner a Jesús a una prueba. Uno de ellos, un doctor de la Ley le dirigió esta pregunta: “¿Maestro, en la Ley cual es el gran mandamiento?”. Jesús, citando el Libro del Deuteronomio respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento”
Y podría haberse detenido aquí. En cambio Jesús añade algo que no había sido solicitado por el doctor de la ley: Dice de hecho: “El segundo, después, es similar a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Tampoco este segundo mandamiento es inventado por Jesús, pero lo toma del Libro del Levítico. La novedad consiste justamente en poner juntos estos dos mandamientos (el amor de Dios y el amor por el prójimo) revelando que estos son inseparables y complementarios, son dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo, y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. El papa Benedicto nos ha dejado un hermoso comentario sobre esto en su primera encíclica Deus Caritas Est. (núms. 16-18)
[…] El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero, no porque está encima de la lista de los mandamientos. Jesús no lo pone encima, pero en el centro, porque del corazón todo tiene que partir y al cual todo tiene que retornar y hacer referencia.
Ya en el Antiguo Testamento, la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, incluía también el deber de tomarse cuidado de las personas más débiles, como el extranjero, el huérfano, la viuda. Jesús lleva a cumplimiento esta ley de alianza, Él que une en sí, en su carne, la divinidad y la humanidad, en un mismo misterio de amor.
Así, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. No podemos separar más la vida religiosa, la vida de piedad del servicio a los hermanos, a aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos más dividir la oración y el encuentro con Dios en los sacramentos, de escuchar al otro, de la proximidad a su vida, especialmente de sus heridas. Acuérdense de esto: el amor es la medida de la fe. ¿Cuánto me amas tu? Y cada uno se de la respuesta. ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor. (Reflexión antes del rezo del Ángelus, 26 de octubre de 2014)
Diálogo con Jesús
Señor Jesús, que importante es escuchar tu palabra con mucha atención y ponerla en práctica. Quiero amarte con todos las fuerzas de mi corazón, alma y mente; pero, ¿cómo puedo decir que te amo de esta manera si en algunas ocasiones trato con desprecio, ignoro, denigro o me aprovecho de los demás? Tu amor y tu amistad se manifiestan en la ayuda mutua desinteresada que nos debemos tener los unos por los otros. Por eso, hoy te confieso como mi fiel amigo, ese que me guía a descubrir en los otros el verdadero amor. Quiero ser dócil a tu palabra, porque a través de ella descubro como deben ser mis acciones. Tu amor viene impreso en cada uno de nosotros desde el momento de nuestra concepción. Tu amor nunca se separa de nuestra vida, somos nosotros los que, con nuestros egoísmos, soberbia y vanidades, vamos edificando barreras que nos apartan de Ti, de tu verdad. Confío en tu ayuda fiel y misericordiosa para seguir descubriéndote en todo momento. Amén.
Propósito de Cuaresma:
Rezaré la Coronilla de la divina misericordia como reparo a las ofensas a Jesús Sacramentado
Reflexionemos juntos esta frase:
“La cultura del descarte produce muchos frutos amargos, como el desperdicio de alimentos y el aislamiento de muchos ancianos”. (Papa Francisco)
Evangelio según San Marcos 12,28-34

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