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martes, 9 de febrero de 2016

Evangelio del día:

Discusión sobre las tradiciones: “En aquel tiempo, se acercó a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con las manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?”. (Los fariseos, y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas.) Jesús les contestó: “Que bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”. Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: “Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con lo que yo te podría ayudar escarbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre”. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han trasmitido. Y hacen cosas semejantes a ésta” Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Así parece que sí. En la historia esta cercanía de Dios a su pueblo ha sido traicionada por esta actitud nuestra, egoísta, de querer controlar la gracia, comercializarla.
Recordemos los grupos que en el tiempo de Jesús quería controlar la gracia: los fariseos, esclavos de las muchas leyes que cargaban sobre las espaldas del pueblo; los saduceos, con sus compromisos políticos; los esenios, buenos, buenísimos, pero tenían mucho miedo y no arriesgaban, terminaban por aislarse en sus monasterios; los zelotes, para los cuales la gracia de Dios era la guerra de la liberación, otra manera de comerciar la gracia.
Pero, la gracia de Dios es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta regla sirve siempre. Si tú en tu relación con el Señor no sientes que Él te ama con ternura, aún te falta algo, aún no has entendido qué es la gracia, aún no has recibido la gracia que está cercana.
Recuerdo una confesión de hace muchos años, cuando una mujer se maceraba sobre la validez de una misa a la que asistió un sábado por la tarde para un boda, con lecturas distintas de las del domingo. Esta fue mi respuesta: “Pero, señora, el Señor la ama mucho. Usted ha ido allí, ha recibido la comunión, ha estado con Jesús… Esté tranquila, el Señor no es un comerciante, el Señor ama, está cerca. (Homilía en Santa Marta, 11 de diciembre de 2014)
Diálogo con Jesús
Mi Señor, concédeme el valor de no renunciar a lo que es correcto ante ti y también la fuerza para rechazar todo precepto de hombre que sea contrario a tus divinas enseñanzas. A veces por mi gran ceguera, he obrado mal y doy mil excusas. En otras ocasiones, son las malas pasiones las que me dominan e intento hacerlas justificar alguna causa que me parezca noble. Aquí me tienes, pecador, rápido en juzgar los errores de los otros sin ningún cuidado ni temor a ofenderlos, rápido para ver y corregir las pequeñas faltas de los demás pero en lento en verme las mías propias. Dame, amado mío, el don de ser un cristiano coherente, un cristiano lleno de compasión y que es vigilante primero de mis propias acciones. Ayúdame a sacar mi interior todos esos estorbos espirituales que no me permiten guardar silencio acerca de los asuntos de mi prójimo, ayúdame a esforzarme y ocuparme principalmente en mi modo de actuar. Debo encontrar fortalezas en tu amor, sobre todo encontrarme contigo en la Eucaristía donde te expresas radiante y como alimento pleno del alma. Quiero cumplir con las tu Palabra, hacerla parte de mi vida permitiendo que ella rija mis decisiones, solo así podré desprenderme de los señalamientos vacíos que me ensucian por dentro. Perdona mis faltas y libérame de ellas para que pueda disfrutar la tranquilidad de tu compañía y conseguir una verdadera vida saludable; para así, poder llegar a puerto sereno y alcance los bienes del Cielo. Amén
Propósito para hoy:
Confiando en que unido a Cristo todo se puede, rezaré un Padrenuestro encomendando todas mis acciones al Espíritu Santo.
Reflexionemos juntos esta frase:
“Pidamos por la paz: paz en el mundo y en todos los corazones” (Papa Francisco)
Evangelio según San Marcos 7,1-13

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