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miércoles, 27 de enero de 2016

¡Dejen que la Palabra de Dios germine en sus vidas!

La parábola del sembrador: En aquel tiempo, Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: “¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno”. Y decía: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: “A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón”
Jesús les dijo: “¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno”. Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco
Jesús mismo explicó el significado de la parábola: La simiente es la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón. Hoy, todos los días, pero hoy de manera especial, Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo de la Fe. Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios… dejen que crezca. Dios hace todo pero ustedes déjenlo hacer.
Creo que con honestidad podemos hacernos la pregunta: ¿Qué clase de terreno somos?. Quizás a veces somos como el camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en nuestra vida, porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos…O somos como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con entusiasmo, pero somos inconstantes ante las dificultades, no tenemos el valor de ir a contracorriente… O somos como el terreno espinoso: las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor.
¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos puntas, y quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo? ¿Querer recibir la semilla de Jesús y a la vez regar las espinas que nacen en mi corazón?”.
Hoy, la simiente puede caer en buena tierra… “No padre, yo no soy buena tierra… estoy lleno de piedras, de espinas”. Sí, puede que eso esté allá arriba, pero haz un pedacito, haz un cachito de buena tierra y deja que caiga allí, y vas a ver cómo germina.
Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra, cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo, esos que parecen cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada, sino cristianos auténticos.
Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad insípida que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido… En silencio dejemos entrar la semilla de Jesús. Acuérdense de este momento. Cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. Déjenla crecer y Dios la va a cuidar. (Mensaje del Santo Padre Francisco para la 52 jornada mundial de oración por las vocaciones, 14 de abril de 2015)
Diálogo con Jesús
Amado Padre: ayúdame a llevar la vida según tu voluntad, para que pueda ser testimonio de tu bondad por medio de las buenas obras. Sé que mi responsabilidad es la de comunicar tu palabra con fidelidad y firmeza, pues no sólo es una responsabilidad de la iglesia, o de grupos misioneros, también a mí me has llamado a dar frutos y dejar tu semilla en suelo fértil. Quiero sentirme plenamente entregado a tu misión de amor, quiero que pases tu mano sanadora sobre mí y transformes todas esas emociones destructivas que me roban la paz y la concentración. Necesito de Ti, necesito que infundas en mi corazón la valentía de llevar tu mensaje a todos los rincones del mundo, llevar tu verdad y justicia. Tal vez no cuento con la suficiente fuerza para cambiar los corazones rotos, heridos y endurecidos por los vicios y apegos del mundo, pero unido a Ti, a tu poder y a tu sabiduría, todo terreno pedregoso puede ser allanado. Ayúdame a no desanimarme cuando no vea los frutos correspondientes, ayúdame a que también yo sea un terreno fértil donde germine el amor, el perdón y la compasión. Que a través de mi testimonio de mi vida, brille la dulzura de tu rostro y pueda conducir a otros a que formen parte de las gracias de tu Reino. Abro mi corazón en este instante para recibir tu gracia y tu bendición y poder contar con todas las maravillas de tus promesas. Amén
Propósito para hoy
Evitaré cualquier tipo de enojo durante el día aunque hayan algunas situaciones de injusticias, ofreciéndolo por la conversión de los míos.
Reflexionemos juntos esta frase:
“No se puede separar a Cristo de la Iglesia. La gracia del bautismo nos da el gozo de seguir a Cristo en y con la Iglesia” (Papa Francisco)

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